¡Hola de nuevo un mes más! Y encima coincidiendo con el mes en el que celebramos el aniversario de Arto&Claro. Me alegra enormemente haber escrito tanto a lo largo de estos meses, y espero haber llegado, de una forma u otra, a vuestros corazones.
Y hablando de escribir, esta publicación va de ello. Como encargada de literatura, hacía tiempo que quería hacer un post dedicado exclusivamente al proceso de la escritura. A cómo lo vivo o cómo lo suelo llevar a cabo, por si a alguno/a de vosotros/as os sirviera en vuestro proceso, aunque, como siempre, cada uno es diferente y debemos adaptarnos a él.
Ya he dicho muchas veces que para mí escribir es liberar los monstruos de la cabeza. No podría encontrar mejor forma de explicar lo que me supone escribir. Lo hago desde pequeña, y cuando digo pequeña me refiero a bien pequeña. Recuerdo tener libretas enteras llenas de historias que mi cabeza se inventaba para pasar el rato, y de que mis padres las leyeran y me dijeran que de mayor tenía que ser escritora. Cuando llegué al instituto, mis profesores siempre me decían que nunca dejara de escribir porque todo lo que hacía a ellos les encantaba, hasta el día de hoy. Desde entonces, nunca he dejado de escribir. Y cuando digo nunca, es realmente nunca porque hasta día de hoy no recuerdo una sola temporada en la que haya sobrevivido sin hacerlo. Porque escribir, para mí, es como respirar básicamente.
¿Cómo lo vivo?
Por supuesto, todo depende de la etapa que esté viviendo. Confieso que yo también he perdido la inspiración en ocasiones, también han habido momentos en los que me ha dado pereza ponerme, pero en general me lo tomo a mi ritmo. Todo es cuestión de ponerse. Incluso cuando no encuentro la inspiración, lo que hago es practicar la escritura automática. Es un método que se puso muy de moda con los poetas simbolistas y los artistas surrealistas, y que supone dejar fluir nuestro inconsciente escribiendo todo aquello que se nos venga a la mente, tenga o no sentido. Eso es algo que se lo puedes buscar después, lo primordial es escribir y tener ideas.
También parto mucho de lo que siento en cada momento, si tengo inspiración consigo construir una historia bien definida a partir de una emoción o de una experiencia determinada, pero por supuesto esto no es sólo lo que hace un escritor. A continuación, os daré una serie de consejos que a mí me sirven cuando tengo que llevar a cabo un proceso de escritura literaria (que no científica, como por ejemplo un artículo), e igual os sean de utilidad si estáis pasando por esa fase de tener que escribir pero no sabes por dónde empezar.
La idea
Es esencial, al menos para mí, tener la idea de lo que quiero hablar. Esto es lo más fácil, sobre todo si eres una persona creativa a la que le están surgiendo ideas cada dos por tres. Lo difícil es llevarla a cabo.
Sin embargo, puedes estar en la situación de no saber de lo que hablar. Mi consejo es que te dejes llevar, y sobre todo que busques muchas referencias que te sirvan de inspiración. Puedes ver series nuevas, leer novelas de diferentes géneros, incluso salir a pasear y observar a la gente. Esto último a mí me ayuda mucho, cuando voy por la calle suelo imaginarme las vidas de algunas de las personas que pasean alrededor de mí, y de ahí a veces saco conclusiones. O simplemente pasear, igual te encuentras con algo que sea el motor de tu próximo texto.
Hazte un esquema
Yo trabajo siempre con esquemas, salvo cuando practico la escritura automática. Hacer resúmenes de lo que quiero hablar o esquematizar las ideas principales que tengo en mente me ayuda a construir una buena base. A partir de ahí, todo recae en cómo sobrelleves el proceso de crear esa historia a partir de la palabra.
Cuando quiero escribir, hago un esquema de principio a fin de todo lo que voy a hablar, y lo demás surge solo. Aunque es importante ser consciente de que llegarás a un punto en el que los personajes seguirán el rumbo que ellos deseen, y ahí es donde tienes que aprender a dejarte llevar.
Déjate llevar
Aprende a dejarte llevar. A escribir según vaya surgiendo la historia. A veces tenemos establecido un esquema que se va trastocando a medida que vamos vomitando todas las palabras. Forma parte del mágico proceso de escribir, y para mí es lo más bonito. Ese momento en el que pensaste algo para un personaje, pero lo cambias porque la historia ahora lleva otro ritmo, y vas fluyendo a medida que te vas quitando capas y capas de piel mientras escribes, ese momento para mí es hermoso. Y quienes nos dedicamos a esto lo sabemos bien.
Por eso, no tengas miedo a dejarte llevar. Puedes escribir lo que te surja en el momento, siempre tendrás tiempo de cambiarlo después, pero nunca te cierres a esos momentos porque te pueden aportar cosas muy buenas.
Apunta los datos importantes.
¿No te ha pasado alguna vez que estás escribiendo la historia y de repente hay un dato del que no te acuerdas? Para que todo tenga coherencia, es indispensable conocer los datos como si fuera el examen de historia de selectividad. De pe a pa. Fechas de nacimiento, nombres de calles, de personajes, apellidos, qué estudian, en qué trabajan, fechas relevantes, nombres de cualquier objeto indispensable para la trama. Todo.
Para ello, puedes hacerte de una pizarra donde ir escribiendo todos estos datos, o incluso en el mismo folio donde tengas el esquema puedes crear un apartado para esto. Otro consejo es que tengáis una libreta siempre a mano, quizás en ella puedes anotar los datos de los que hablamos.
Lleva siempre contigo “la libreta del escritor” (o de la escritora)

Lleva siempre contigo esa famosa libretita donde se apunta todo. Yo lo hago desde pequeña y al principio me daba igual el formato y el modelo. A día de hoy la elijo con mucha minuciosidad. A mí me gustan las de rayas, ni cuadros, ni las que tienen las hojas en blanco. Normalmente cojo un tamaño A2 o A3, que me venga bien para llevarla en el bolso o en la mochila. Más pequeñas me parecen incómodas, pero creo que esto es cuestión de gustos. ¿Y qué escribo en ella? Pues literalmente, todo. Lo necesario para organizar mi historia, y mucho más. Aquello que se me pasa por la mente va a mi libreta personal.
Mantén una rutina
Es necesario que tengas un hábito para escribir. Si no lo tienes, lamentablemente aquello que está cociéndose se irá dejando , y dejando, y dejando… Por eso, dedica una hora aproximada a escribir, puede ser incluso antes de dormir para relajarte, o por la mañana mientras desayunas. ¡Cualquier hora es buena!
En mi caso, confieso que este es el punto que más me cuesta. Me dejo llevar demasiado por la procrastinación (sí, lo admito, la pereza es mi pecado capital), y cuando tengo muchas cosas que hacer, escribir lo dejo para el final. Pero, también he de decir a mi favor que mi trabajo consiste en escribir, quizás no tanto historias, pero sí investigaciones y demás proyectos académicos, por lo que practico mucho la redacción y eso es clave para quien nos lee.

¡No borres aquello que no te gusta!
¿Te ha pasado que has empezado a escribir y has acabado borrándolo porque no te gustaba? A mí también y no pasa nada. Pero hazme caso, no lo borres. Guárdalo, crea una carpeta de borradores o súbelo a drive, o mételo en un pen…¡lo que sea, pero no lo borres! Nunca sabes cuándo te puede venir bien.
Lee mucho
Aunque tengas la mente a tope con tu historia, despéjate leyendo otras. Es importante seguir manteniendo la rutina de lectura, porque leyendo mejoramos nuestra redacción y desarrollamos nuestra creatividad. Las personas que nos dedicamos a escribir bebemos, en gran parte, de todo lo que hemos leído con anterioridad, ¡así que sigue leyendo!

Repásalo todo una y otra vez
Esto es importante. Sobre todo de cara a una entrega. Imagínate que estás escribiendo un capítulo nuevo que debes entregar y no lo repasas, las faltas de ortografía o redacción pueden jugarte una mala pasada. Hazme caso, lee una y otra vez para corregir las erratas. Además, haciéndolo te permites ir cambiando aspectos que a priori no te convencen. También es otra forma de continuar con el texto, si te atrancas y no sabes cómo seguir, lee todo lo que llevas y hazte una idea del camino que está cogiendo.
¡Créetelo!
Las inseguridades y la falta de confianza es uno de los principales motivos por los cuales dejamos de lado aquello que más nos gusta hacer. Puede que en alguna ocasión hayas recibido un no por respuesta después de haberos pegado un trabajazo. Sí, a mí también me ha pasado. Y ¡sorpresa! No pasa nada. Eso no significa que seas malo/a en lo que haces, que no sirvas o que lo que hayas hecho tenga mala calidad. Igual, simplemente no es lo que estaba buscando… Todo es cuestión de perspectiva.
Mi consejo es que nunca os rindáis. Y me diréis que es muy fácil decirlo y, en ocasiones, muy difícil no hacerlo. Pero si os gusta y os da paz, no abandonéis algo por una simple palabra como “no”. Revisa lo que has escrito. Una y otra vez. A lo mejor hay algo que falla en tu historia, quizás puedes mejorar cosas… y una vez que lo has hecho, inténtalo otra vez. Este mundo es muy difícil, pero lo importante es lo que nos aporta, y en mi caso es demasiado como para dejarlo. Debes pensar que eres bueno/a en lo que haces. Mejor dicho, eres el/la mejor. Solo necesitas preparación y experiencia, y eso se consigue no dejando de escribir nunca.
Y hasta aquí mis humildes consejos. Por supuesto, cada persona tiene sus propios tips, creo que cada escritor o escritora te puede aconsejar algo diferente. He puesto los que yo considero que son generales para todos, y por supuesto los que a mí me sirven para sobrellevar el proceso.
Me parece importante también que nos mentalicemos de que, por lo general, suele ser un proceso lento, y que las cosas no se consiguen de la noche a la mañana. Si quieres conseguir un buen texto, céntrate en ello y tarda lo que tengas que tardar. Y si tienes un tiempo marcado, organízate para no ir con prisas en el último momento. Creedme, me ha pasado y al final el resultado no fue lo que quería.
Comentadme si vosotros/as también tenéis algún hábito a la hora de escribir y decidme cuál es porque, al fin y al cabo, yo también aprendo de esto. Ha sido un placer estar un mes más aquí, ¡nos vemos en la próxima!