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El corazón quiere lo que quiere, pero ¿a qué precio?

Emily Dickinson (Amherst, 1830-Amherst, 1886) dijo en una de sus cartas: “El corazón quiere lo que quiere, o si no, se volvería indiferente”, marcando el ritmo de lo que supone el deseo y el amor prohibido. Hablamos del amor imposible, un tema que se ha representado en la literatura a lo largo de la historia, convirtiéndose en parte del imaginario colectivo. Hemos sido partícipes de grandes historias de amor que no han terminado de la manera que queríamos, pero que sin embargo nos han calado dentro y han conseguido empatizar con la parte más dramática y desastrosa de nuestra personalidad. 

Y es que los poemas de Emily Dickinson son así, consiguen calar dentro, son apasionados e intensos y hablan de lo imposible y lo prohibido. Para que os hagáis una idea, Emily Dickinson fue una mujer que decidió auto recluirse en su casa familiar durante prácticamente el final de su vida, dedicándose a las tareas del hogar y a escribir poemas en trozos de papel que después guardaba para no enseñar al mundo. Cuando murió y sus poemas fueron descubiertos, era el mundo el que le debía a esta mujer un enorme reconocimiento por la intimidad y la innovación que reflejaba en ellos. Así, en la actualidad en Estados Unidos es considerada una de las poetas fundamentales estadounidenses junto a Edgar Allan Poe o Walt Withman. 

Pese a pasarse la mayor parte de su vida recluida, sus poemas hablan de un amor oculto, alguien cuyo nombre no se conoce y cuyo amor era imposible. Dado que sus obras siguen un orden completamente arbitrario, es prácticamente imposible seguir una secuencia con respecto a su estado emocional hacia otra persona, pero su vida y su obra sigue siendo muy investigada y es algo que podríamos, o no, llegar a saber en algún momento. Y saberlo sería relevante, sobre todo, para conocer mejor su obra ya que, sin duda, este amor tuvo una fuerte influencia en su proceso creativo. 

The heart wants what it wants

Y este tema a mí me ha llevado a hacerme algunas preguntas como: ¿realmente debemos hacerle caso a nuestro corazón?; ¿Somos conscientes de que lo que el corazón quiere, a menudo, no es lo que necesitamos en nuestra vida, o en determinados momentos de ella?; ¿Sabemos hacer el ejercicio de diferenciar entre lo que quiere seguir el corazón y lo que debe seguir?;¿El corazón siempre tiene la razón? 

Seguro que has oído en más de una ocasión el típico consejo de: “hazle caso a tu corazón”, “la vida es corta”, “debemos seguir a nuestro corazón”. A priori, me parece un consejo necesario que debemos tener presente en nuestras vidas, pero, ¿siempre? 

Para hablar de este tema y de cómo se ha tratado dentro de la literatura y del arte, quiero mencionar a una celebridad que, para mí, es posiblemente la mejor persona a la que NO conozco del mundo. ¿De quién hablo? Pues claramente, de Selena Gómez. 

“Ay Carmen, el mes pasado Miley Cyrus y este mes Selena Gómez, ¿qué estás haciendo?” Lo siento, mi gente. He crecido en esta generación, fueron mis primeros modelos femeninos a seguir… ¡No puedo más que darles crédito!

Pero vamos a centrarnos, ¿qué tiene que ver Selena Gómez con Emily Dickinson? Pues la célebre frase que hemos mencionado al principio, y es que la cantante, productora y mujer más seguida en Instagram (ha conseguido superar a Kendall Jenner hace escasos días) lanzó en el año 2014 una canción titulada “The heart wants what it wants”. Esta canción es descrita como una balada con toques de R&B y habla sobre un amor que le hace daño constantemente. Se especuló mucho sobre si la letra iba dirigida a su ex pareja, Justin Bieber, un amor que duró varios años pero que se caracterizó por diversas rupturas y por un sufrimiento muy grande por parte de Selena Gómez. Si no sabéis de qué canción hablo, os la dejo a continuación: 

Para ponernos en contexto, la vida y obra de Selena Gómez también ha estado marcada por diversos dramas y problemas de múltiples tipos. En primer lugar, por haber pertenecido a una productora como Disney, trabajando en varias películas y series del canal Disney Channel desde bien joven, lo que ha causado (hoy no se sabe bien por qué, pero se puede intuir) diversos problemas mentales a varias de las actrices que en su momento pertenecieron a esta industria. En segundo lugar, su problema de bipolaridad que la llevó en más de una ocasión a ser internada en centros de salud mental. En tercer lugar, su problema de salud física, pues padece Lupus, una enfermedad crónica y autoinmunitaria y que afecta a varias áreas del cuerpo, lo que la obliga a pasar por tratamientos muy fuertes e invasivos en determinados periodos de su vida. 

Pero vamos un poco más allá, porque esta frase no sólo fue citada por Selena Gómez, sino también por otra celebridad a la que, personalmente, no le tengo tanto agrado. Hablo del director de cine Woody Allen, quien en una entrevista utilizó la cita de la escritora Emily Dickinson para justificar su relación con su hijastra, 36 años menor que él. Por supuesto, la frase está citada en contextos diferentes y con significados muy alejados entre sí, pero desde luego me lleva a concluir con que sí, el corazón quiere lo que quiere, pero ello no implica seguirlo porque, a veces, es irremediablemente imposible. 

El amor imposible en el imaginario colectivo

A lo largo de toda la historia del cine, del arte y de la literatura, este tema ha sido un leitmotiv en diversas historias. Por supuesto, Romeo y Julieta de Shakespeare es la más conocida y la que primero viene a nuestra mente, pero tenemos otras como: 

Pintura inspirada en Las desaventuras del Joven Werther

“Las desventuras del joven Werther”, de Johann Wolfgang von Goethe: una obra del movimiento Sturm and Drang[i] que, posteriormente, marcó la historia de la literatura romántica, así como el estilo de vida de una sociedad que era capaz de morir por amor. En ella se cuenta la historia de Werther, un joven sensible y apasionado que se enamora de Charlotte, una mujer que se halla comprometida con otro hombre. Charlotte no ama a Werther, y a pesar de que este joven suscita atracción entre otras mujeres, él se niega a tener algo con otra. Esto le va a causar un intenso dolor que va a describir en una serie de cartas enviadas a su amigo Guillermo hasta que, finalmente, no puede aguantar más el sufrimiento y decide acabar con su vida. 

«¿Qué es el mundo para nuestros corazones cuando no hay amor? Una linterna mágica sin luz»

Las desventuras del joven Werther, Goethe.

“Orgullo y prejuicio” (1813) de Jane Austen: una de las obras más famosas de la literatura inglesa. A mí, personalmente, me encanta. En ella se muestra la relación de amor/odio entre Elisabeth Bennet y Fitzwilliam Darcy, cuando ambos tendrán que luchar por superar todos los prejuicios y los sentimientos de orgullo si quieren declararse el amor que realmente tienen el uno por el otro. 

Escena de la película «Orgullo y prejuicio» basado en el libro homónimo.
Portada de la editorial Alianza.

“Anna Karenina” (1878), de León Tolstói: considerada como una de las obras literarias más grandes jamás escritas. Tolstói nos refleja el tema del adulterio, pues en ella nos cuenta la vida de Anna, una mujer casada con un alto funcionario ruso que se enamora de un joven militar y decide dejarlo todo por él, desafiando las fuertes convenciones sociales de la época.

«Para conocer el amor es necesario equivocarse y luego enmendar el error!»

Anna Karenina.

Portada de Alianza editorial.

“Cumbres Borrascosas” (1847), de Emily Brontë: considerada también una obra clásica de la literatura universal. En ella se relata una trama de venganza, odio, pasiones y amores desesperados que traspasan la frontera entre la vida y la muerte. 

«¡A cada momento necesito recordarme a mí mismo que he de respirar, que ha de seguir palpitándome el corazón…!»

Cumbres borrascosas.

“El Gran Gatsby” (1925), de F. Scott Fitzgerald: un multimillonario y solitario hombre que vive en Weast Egg (un pueblo ficticio en Long Island) realiza fiestas repletas de gente cada día con la esperanza de llamar la atención de la mujer a la que ama, Daisy. Cuando por fin consigue retomar el contacto con ella, la trama  comienza a moverse por historias de amor y adulterio que se entrecruzan y que acaban con un final trágico. 

“Love Story” (1970), de Erich Segal: el origen de la famosa película “Love Story” es este, una novela estadounidense que se convirtió en la más vendida de la década de los años 70 en Estados Unidos. En ella se narra la historia de amor entre Oliver Barrett y Jennifer Cavalleri, que tras conocerse comienzan a verse envueltos en el desarrollo de una historia de amor imposible entre un joven rico estudiante de Harvard y una joven inmigrante de origen italiano que lucha por sobrevivir junto a su familia. 

Protagonistas de la película «Love Story» basada en el libro.

“Bajo la misma estrella” (2012), de John Green: es quizás la obra más actual que ponemos de ejemplo, pero que sin duda conquistó en su momento el corazón de muchas quinceañeras. El mío, desde luego, sí. En este caso hablamos de un amor imposible, pero que ojalá no lo fuera porque ambos se hacían bien en las respectivas vidas del otro. La enfermedad es la que pone fin a la relación en esta ocasión, pero eso era algo que tanto Hazel como Gus (protagonistas) sabían desde el principio. 

Escena de la película «Bajo la misma estrella» basada en el libro homónimo.

Por supuesto, no solamente la literatura nos ha narrado el tema del amor imposible, también las artes plásticas o el cine nos han contado grandes historias que se han quedado reflejadas en nuestro imaginario colectivo. En la pintura, este tema lo podemos encontrar en obras como “Los amantes” de René Magritte, “Cupido y Psique” de Antonio Cánova o “El beso” de Rodin, cuya referencia principal son los amantes de la “Divina Comedia” de Dante Alighieri. Otro ejemplo más actual es el de la performance titulada «El artista está presente», de Marina Abramovic, cuyo final inesperado fue el encuentro con su ex pareja, a quien llevaba tiempo sin ver.

Desde el cine, nos llegan ejemplos como “Lost in Traslation” (2003), de Sofia Coppola o “La la land” (2016) de Damien Chazelle. En la primera, se nos cuenta la historia de amistad entre Bob (Bill Murray) y Charlotte (Scarlett Johansson) que se desarrolla en un hotel de Tokio, donde se conocen. Esta historia, posteriormente, dejará de ser una amistad para convertirse en una trama de amor con fecha de caducidad. La segunda historia concluye de la mejor forma, a mi parecer, pues el amor si es imposible, no puedo seguir el curso de una historia romántica típica. Por lo tanto, hablamos de un amor atípico (cinematográficamente hablando) y sano. En ella se narra la historia de amor entre Mía (Emma Stone) y Sebastian (Ryan Gosling), que dejan de perseguirse el uno al otro para perseguir sus propios sueños, aceptando la realidad. 

¿El corazón quiere lo que quiere?

En conclusión, y respondiendo a la pregunta de si debemos de seguir siempre a nuestro corazón, la respuesta es que no. Porque no siempre es lo que necesitamos en ese momento. Por ejemplo, para mí, Selena Gómez es una referencia de que no siempre debemos hacerle caso. A veces el corazón quiere cosas que mentalmente nos hacen un daño extremo, cosas que razonablemente son imposibles o desaconsejables, pero cuando eso pasa, cuando una luz de alarma se inicia en nuestra cabeza nuestra tendencia es apagarla y decir, “si me corazón quiere esto, voy a hacerle caso”.

Sentimentalmente hablando, el gran problema ha sido que hemos romantizado demasiado el amor. Disney, Romeo y Julieta, los amantes de Teruel, La Celestina y muchas obras más de la Historia del Arte, el cine y la literatura nos han enseñado constantemente a aguantar aquello que es inaguantable, que nos daña y nos trauma. El amor no lo puede todo, igual que nosotros no podemos con todo. No es necesario morir por amor, sufrir por amor, dejar de hacer cosas que nos encantan o dejar atrás lo que nos hace bien por amor. 

El amor debe ser sano y acorde a los planes que tenemos. Debe acompañarnos a lo largo de nuestra vida y de nuestros sueños, y por supuesto, el amor evoluciona y nos lo podemos encontrar de muchas maneras. No sólo en ese beso que le damos a nuestras parejas, también en esa despedida cuando no queda otra opción. Porque si se ama, se sabe bien que a veces es necesario soltar y dejar ir para querer bien, tanto a la otra persona como a nosotros mismos. El amor existe en múltiples versiones, después de cortar una relación, el amor que sentimos por nuestra familia, mascotas, círculo de amigos, por el trabajo que desempeñamos, por la vida… El amor se siente de muchas maneras, se deja ver en el día a día, en las pequeñas cosas cotidianas así que bueno, desde luego el corazón quiere lo que quiere porque si no, sí que es verdad que se volvería indiferente, pero debemos saber bien qué quiere y cómo lo quiere para responderle de la manera más adecuada posible. 


[i] Movimiento literario, musical y artístico desarrollado en Alemania en la segunda mitad del siglo XVIII y que concedió a los artistas libertad creativa, permitiéndoles a estos expresar su subjetividad individual y los extremos involucrados por las pasiones desenfrenadas que se contraponían con los límites impuestos socialmente por el racionalismo de la Ilustración. 

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