Desde los inicios, los videojuegos nos han enseñado de todas las maneras posibles lo que es fracasar, ser derrotados, perder, o como se le conoce comúnmente, el “Game Over”. Cabe destacar que esto no tiene que significar siempre una derrota, ya que, en ocasiones, cuando llegamos al final de un juego puede aparecer este mensaje, aunque en esta ocasión nos centraremos en el aspecto negativo. Según parece, el «Game Over» es una parte vital de los videojuegos, y se ha sentido y tratado a lo largo de los años de muchísimas formas diferentes. En la década de los 90, cuando la gente jugaba en las máquinas recreativas, las partidas eran mucho más rápidas y complicadas, ya que si el jugador perdía, tenía que volver a gastar dinero para intentarlo de nuevo. Como dato curioso, llegó un momento en el que los jugadores se volvieron tan expertos, que con pagar una sola vez podían llegar a jugar durante horas. Para evitar esto, los programadores comenzaron a ampliar la dificultad de los juegos.
En la actualidad, ese “Game Over” sigue estando presente, pero de distinta forma. ¿Os imagináis tener que pagar cada vez que perdéis una partida de LoL? ¿Por las veces que os ganan en el Mario Kart? O mejor aún, ¿por cada vez que os matan en el Dark Souls? Un juego con una media estimada de 600 muertes por jugador para completar la partida. Obviamente, resultaría algo impensable hoy en día. No obstante, como he dicho, los juegos siguen enseñándonos a los gamers lo que es el fracaso y la derrota, aunque cada título hace que lo sintamos de forma distinta. Por ejemplo, cuando pierdes una partida en el LoL, lo más normal es que te vayas bastante asqueado, enfadado y sin ganas de volver a jugarlo de nuevo. Lamentablemente, esto es más culpa de la comunidad que del propio juego, pero aun así, volverás a jugarlo en busca de la victoria. Por otra parte, en un juego como Dark Souls, aunque también puedas llegar a enfadarte cuando mueres, te incita a volver a intentarlo y a hacerlo mejor que la última vez. Te hace querer volver a enfrentarte a ese jefe final y, esta vez, ser más ágil, más listo, y esquivar ese ataque fatal a tiempo. Al fin y al cabo, es un juego en el que todo depende de ti y de tu habilidad, por lo que tú eres el responsable de tu muerte. Lo mismo ocurre con el Mario Kart: cuando te ganan por un odioso caparazón azul justo antes de llegar a la línea de meta, lo que necesitas es volver a jugar otra partida para demostrar que tú eras el ganador.
Por otra parte, cada “Game Over” también castiga al jugador de una manera diferente. Existen los juegos en los que si pierdes, sencillamente apareces un poco más atrás en la historia y lo vuelves a intentar, como por ejemplo en los GTA. Otros, donde te quitan puntos de clasificación y te bajan de liga, como en los juegos competitivos. Mientras que, en algunos, morir significa perder absolutamente todo el progreso y tener que empezar desde cero, como en la dificultad máxima de Minecraft. Además, los juegos multijugador cuentan con una característica que atrae a muchos jugadores: tú puedes generar el “Game Over” de alguien. Nada es más satisfactorio que jugar al Fortnite y eliminar a otro jugador, o empujar a alguien en el Fall Guys y tirarlo al vacío; saber que para esa persona ha terminado su partida, pero que tú sigues en ella. Esto aumenta esa sensación de competitividad y de evitar lo que más odiamos: el fracaso. Sin embargo, todavía existe otra clase de juegos, aquellos en los que no puedes morir, no puedes perder. Por ejemplo, un título que fue muy conocido en 2017, Getting Over It. Aquel en el que controlabas a un señor dentro de una especie de caldero y tenías que ir escalando a lo largo del juego. Este título es un gran ejemplo porque estaba hecho con el único propósito de castigar al jugador y de enseñarle en gran medida el precio de sus errores. Tu personaje no puede morir, ya que no hay enemigos, entonces, ¿cómo te amenaza con ese temido “Game Over”? Es un juego en el que la paciencia es fundamental, y en el que tienes que ir escalando por una serie de obstáculos, pero si te apresuras y te equivocas, caerás perdiendo bastante parte del progreso avanzado. El mismo juego te pone música relajante, te da mensajes de ánimo o incluso se mete contigo recalcando lo impaciente que has sido. Es un juego que cuanto más avanzas más puedes perder, incluso en la parte final hay una serpiente, y si te agarras de ella para seguir escalando te deslizas hasta la zona del tutorial. Y todo eso me parece increíble, ya que se asemeja mucho a la realidad. Otro ejemplo de este tipos es Gris, un juego cuyo mensaje trata de representar la vida misma y todos los problemas personales a los que nos enfrentamos en ella cada vez que se nos presenta un contratiempo. Aunque este juego lo trataré en una futura publicación con mucha más profundidad.
Los juegos nos acostumbran a la derrota, pero también nos enseñan a vencerla. Nos transmiten el mensaje de no rendirnos, de levantarnos y de volver a intentarlo. Hay gente que piensa que los videojuegos son otro mundo, que no son realidad y que no afectan en nuestra vida. Puede que tengan razón, pero, por este tipo de mensajes yo pienso lo contrario. Al final, a lo largo de nuestra vida nos vamos a topar con una cantidad incontable de derrotas, de obstáculos, de “jefes finales” a los que vamos a tener que superar y vencer para poder seguir avanzando. Y seguramente, mientras lo hacemos, nos equivocaremos y fracasaremos una y otra vez, pero del mismo modo que reaparecemos y volvemos a equiparnos en los juegos, nos levantaremos y nos prepararemos en el mundo real. Y no pasa nada si tenemos que volver a empezar, claramente no es fácil, pero sí es posible.
Aunque la derrota puede estar ligada directamente a un fallo cometido por nosotros mismos, hay veces en las que fracasamos por culpa de algo o alguien externo. En los videojuegos, se decía que el jugador sabía que iba por el camino correcto porque seguía encontrándose con enemigos. Algo así pasa en la vida real, cuanto más avancemos en un camino y más bien nos esté yendo, más problemas, más gente negativa, y más “enemigos” nos iremos encontrando. Por eso, hay que aprender a ser más fuertes y vencerlos; o, si consiguen derrotarnos, levantarnos e intentarlo las veces que hagan falta. Nunca permitáis que algo o alguien se convierta en vuestro “Game Over”.