Los videojuegos son una forma de entretenimiento que comenzó a popularizarse a partir de la década de los 70. Son, al igual que otras formas de arte, una manera de contar una historia, de vivir una aventura o de transmitir algún mensaje. Por aquella época, y durante mucho tiempo después, los videojuegos se han considerado como algo secundario, algo que está destinado para un público específico, y por lo general, menospreciado. Hace unos años, cuando oíamos que una persona jugaba a videojuegos, lo que se nos venía a la mente es la típica imagen del chico con gafas, encerrado en su habitación y lleno de comida basura. Es un prejuicio con justificación, ya que, sobre todo en los inicios, el perfil estándar del jugador podía ser así. Aunque pueda llegar a haber algún caso puntual en la actualidad, no significa que todos seamos así. No soy el único que podrá afirmar que ha sido víctima de miradas raras, frases de desdén, o de calificativos como “friki” o “rarito”, simplemente por disfrutar de los videojuegos. Por alguna razón, siempre han sido mal vistos por una gran cantidad de gente, como una pérdida de tiempo o como algo que no sirve para nada. Por suerte, esto ha ido cambiando con el paso de los años y cada vez está más interiorizado con las personas, gracias a la comunidad que se ha ido creando poco a poco, y de la que me siento orgulloso formar parte, los Gamers.
Entre todos, hemos creado algo que se ha ido expandiendo por todo el mundo y por todo tipo de personas. ¿Quién no ha oído hablar de los videojuegos? O mejor aún, ¿Quién no ha jugado nunca a ninguno? Prácticamente todo el mundo hemos probado uno alguna vez. Porque al final, son una forma de entretenimiento más, algo que sirve para desconectar de manera individual o, por el contrario, de conectar a muchísimas personas al mismo tiempo. Los videojuegos no son solo para la persona que está encerrada en su habitación aislada del mundo. Son una manera de interacción social, una manera de unir a personas por una misma pasión. Recordad en el 2016, cuando salió Pokemon Go, fue un juego que podías jugar fueses quien fueses. No importaba si eras el fan número uno de Pokemon, o alguien que tenía cero conocimientos sobre el tema, todos lo disfrutamos por igual. Podías quedar con tus amigos, o podías salir tú solo a pasear; ibas a los parques, a las plazas, y todo estaba lleno de jugadores con el mismo propósito que tú. Por un momento, todas esas personas se convertían en tus compañeros de equipo, ayudándose unos a otros y preparados para salir a correr cuando aparecía un Pokemon más raro de lo normal por los alrededores. Fueron dos semanas, donde gracias a un videojuego, todos dejamos de lado nuestras diferencias, y sentimos formar parte de algo mucho más grande.
Con el paso del tiempo, las personas tendemos a demandar más los videojuegos sociales. Puede haber salido el juego del año, con unos gráficos hiperrealistas, el mejor guion que se haya podido escribir; y aun así, no triunfar tanto de manera global como otro que no cuente nada de eso, pero que permita esa interacción social. Ya que, en ocasiones, todo eso deja de importar, y lo que cuenta es pasarlo bien con los amigos. Otro ejemplo muy conocido, el VR Chat, todo se llenó de memes y vídeos sobre este título durante principios de 2018. ¿Qué propósito tenía ese juego? Ninguno, no tenías que hacer nada, simplemente ir a diferentes salas y hablar e interactuar con gente de manera virtual. Además, el juego estaba lleno de unos seres rojos enanos que escupían y que buscaban un camino y, aun así, triunfó de una manera abismal.
Asimismo, contamos con muchísimos títulos más, Mario Kart, en el que te retas con tus amigos para ver quién es el más rápido. Minecraft, en el que puedes vivir una aventura increíble o hacer construcciones inmensas junto a ellos. El Pinturillo, en el que demostráis quién es el mejor sucesor de Picasso. O uno de los más actuales, Among Us, el simulador de traicionar la confianza de manera continuada a la gente a la que supuestamente aprecias. Este es otro de los videojuegos que de nuevo nos demuestra que no hacen falta gráficos, jugabilidad o historia para triunfar. Tampoco hace falta que seas un gamer profesional, lo puede jugar cualquier persona, puesto que solo se usan dos botones, y su único cometido es saber mentir. Aunque el juego salió en 2018, se popularizó en el mejor momento posible, ya que era una situación complicada en el mundo en la que todos estábamos muy alejados unos con otros y esto nos permitió acercarnos y desconectarnos un poco de lo que estaba pasando. El juego se convirtió en un creador de anécdotas, de traiciones, de algunos enfados, pero, sobre todo, de risas. Es un título en el que no se obtiene nada al ganar, no hay progresos, recompensas ni experiencia. Se juega simplemente por su disfrute y por su diversión. Es un juego que los jugadores ponen sus propias reglas, te permite conocer mejor a tus amigos, (o ver lo frágil que es vuestra amistad después de que te traicionen), ya que te pone en situaciones que nunca vivirías con ellos en el mundo real. Aprendes cómo mienten, cómo se defienden ante las acusaciones o cómo creen al impostor más que a ti. Pero al final, siempre acabas pasando un buen rato.
En general, me siento muy orgulloso de formar parte y de ver el avance que han conseguido los videojuegos en la sociedad, pasando de ser algo mal visto, a una cosa que consigue unir a miles de personas. Está claro que en el futuro seguirán saliendo títulos que, probablemente de la manera más tonta y simple, volverán a juntarnos a todos en la misma comunidad. Soy muy feliz de amar esta pasión y poder compartirla con todos aquellos que también la aman. Yo soy de los que hace fiestas conectando cinco o seis ordenadores en la mesa del salón y una consola a la televisión, y que disfruta como un niño jugando con todos sus amigos. Para mí, esos son momentos que se acaban convirtiendo en recuerdos inolvidables que nadie me quitará, porque al final, es muchísimo más valioso perder una partida jugando con tus amigos, que ganarla, pero estando sin ellos.
Hay ciertas cosas de los video juegos, que no se me habían pasado antes por la cabeza. Muy interesante
Genial