Imagina que un día te despiertas y todo en tu vida es gris. El cielo está gris, la gente está gris y tú te sientes gris. Fuera llueve, todo está mojado, incluso tu alma parece estar empapada en lágrimas. Solo te apetece callar, llorar en silencio y hacerte una bola inexistente en este mundo donde parece que todo es demasiado real, o no. Imagina ahora que ese mismo día gris se convierte en una semana, en un mes, en varios meses o incluso en años. Te miras al espejo y no eres esa persona que conocías, ni siquiera sabes quién es la persona que te mira a través de él. Los días se hacen monótonos, siempre haces lo mismo, nunca difieren tus actividades porque ya prácticamente no haces nada, tampoco te apetece. Miras, pero no ves. Oyes, pero no escuchas. Estás, pero no estás. Vives, pero no sientes. El mundo ha perdido su color, ese color que hacía que te sintieras especial, que te arreglases por la mañana para salir a verlo y que supieras diferenciar la gama cromática que se va alternando en los diferentes momentos del día.
Ahora imagina que ese mundo gris se convierte en tu hogar. Que tu voz se apaga, como se apagan las horas. Que los días pasan, pero ya no recuerdas qué colores tenía la vida. Intentas correr, huir, pero existen obstáculos que se van cruzando a medida que vas avanzando, como los juegos. En ese momento solo te queda la opción de cerrar la sesión. Apagar la única luz que te queda y que aún parece pervivir en tu mundo. Decir adiós. Game over. O, puedes continuar por los senderos grisáceos que te vas encontrando a medida que caminas. Descubres zonas nuevas que nunca habías conocido y, que, aunque sean de un solo color, a veces merecen la pena. ¿Quién sabe?, quizás en esos caminos encuentres algún objeto de un tono diferente, o un monstruo que quiere comerte, o una habilidad nueva con la que te es más fácil sobrellevar la marcha. O quizás no encuentres nada porque, simplemente, no hay nada. Todo puede ocurrir, lo único cierto es que, si no lo intentas, jamás sabrás qué posibilidades existen.
Así es Gris. Un canto a la vida a través del color. Una realidad que todos y todas en algún momento hemos conocido, o conoceremos. Una manifestación del dolor al que tenemos que hacer frente. Gris, al fin y al cabo, es un paseo por escenarios que nada tienen que ver con lo que hemos visto anteriormente. Un viaje, cuyo trayecto es el fin en sí mismo y, mediante el cual, vas recuperando esa gama cromática del que el mundo está dotado, pero, como en todo viaje, existen obstáculos que se deberán superar para poder llegar, o quizás esos obstáculos sean el motivo por el cual la vida parece tener algo más de color. Gris es autoconocimiento, descontrol y empatía. Un sinfín, una broma del destino, un quiero y no puedo, pero a pesar de todo, lo intento. Gris es una pequeña y delicada puñalada en el corazón, y, como toda puñalada, duele hasta reventar. Pero, a pesar del dolor, te parece la puñalada más maravillosa que has visto en la vida porque, sí, para algunos y algunas, Gris es la mayor obra de arte que dio a luz el 2018. Con sus dificultades, y sus aciertos, y con todo lo que conlleva vivir en un mundo gris, acompañándote de unas ilustraciones que merecen la pena sentir, este videojuego es la mayor verdad ficticia a la que me he enfrentado en mucho tiempo.
Y es que Gris va de eso. De conocerse, y de conocer el mundo que nos rodea en el momento más difícil. De proyectar el fracaso, la depresión, la ansiedad y el sufrimiento entre elementos arquitectónicos. De experimentar el dolor. De exprimir nuestros sentimientos hasta la última gota y, en un cocktail al que no se le puede poner ni nombre, juntar todo lo vivido para, después, poder decir que hemos existido, que hemos sido personas reales de carne y hueso, y mente y corazón.
